Mexpipe y el útero materno
Últimamente me da por recordar el periodo que pasé viviendo en México, las aventuras en el D.F y mis viajes por parte de la República, surfeando al Este y al Oeste. Lo recuerdo y me doy cuenta de lo que me falta por conocer, de lo poco que vi y de lo mucho que me dejó la experiencia. México es un lugar extraño, espectacular, bonito, amable y cruel al mismo tiempo. Durante mi estancia en Puerto Escondido escribí muchas cosas, tengo dos libretas llenas de apuntes y dibujos personales. Interpretaciones de las olas, de mi vida, de mi visión del Mundo y de la amistad. Muchas cosas muy personales que algún día enseñaré a alguien, quizá cuando deje de darme tanta vergüenza desnudarme en público. Tengo varias fotos del Mexpipe y detrás de cada una de esas fotos hay un texto que describe perfectamente la sensación que me producía surfear las olas de Zicatela. No son cosas fáciles de entender porque las escribí para mi, como quien piensa en voz alta. Ahora me gusta recordar esas historias, me gusta recordar el empuje de las ondas, el sonido del labio ovalado chocando contra los cinquenta centrímetros de agua que te separan de un fondo arenoso durísimo. La velocidad. La fuerza. La temperatura y la humedad, algo que identifico con el útero materno. Quizá por eso me gusta entubarme agachadito, como si quisiera volver a ese sitio que todos echamos de menos.
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