UN SET DE RUEDAS
Esta rueda pertenece a un set que fue comprado por 35 euros en una tienda de skate de Bussero, un pueblecito cercano a Milán. Entonces medía 54 milímetros de diámetro y poseía la dureza justa que le permitía generar una buena velocidad ofreciendo a la vez seguridad en las curvas. La rueda comenzó a girar en la pool del Parco Lambro. Viajó hasta el bowl de Lugano, en Suiza, donde se adaptó perfectamente a la superficie rugosa del skatepark. Voló a Lisboa, al Parque de las Naciones, debajo de uno de esos grandes puentes que atraviesan el Tajo, donde, después de haber resistido durante toda la mañana y tarde, nada pudo hacer para evitar que la humedad me hiciese morder el polvo poco después de la puesta de sol. Atravesó Francia de Este a Oeste para probar los skateparks de Biarritz y Hossegor. Probó los rigores del verano madrileño permitiéndome rodar sin problemas en las profundidades de los bowls de Alcobendas. Saboreó el cemento de La Kantera, en Algorta; el snake run de Brescia; el skate plaza de Gijón y el Bonassodromo, o half pipe de Usmate, cerca de Milán. Este set de ruedas ha cumplido con su cometido, ha realizado perfectamente su trabajo, pero poco a poco ha ido perdiendo sus características iniciales. Su goma ya no es la misma, además de haber visto reducido su diámetro se ha vuelto dura, durísima. Si bien al inicio ofrecía seguridad y velocidad ahora produce demasiado ruido. Ese ruido que hacen los trenes cuando se acercan a toda velocidad y que mis ruedas han comenzado a hacer después de haber abusado de ellas casi en cada curva. Bueno, el caso es que ha llegado la hora de jubilar las ruedas de mi skate, de desembolsar dinero para comprar otras y de esperar que las nuevas sean tan buenas como estas. A partir de hoy este set de ruedas para a la reserva, comienza a trabajar como modelo fotográfico, como inspirador de textos extraños, de sueños y de proyectos y de viajes con la imaginación. Porque cada vez que lo veo recuerdo como se acercaba el pavimento de Lisboa, el escozor en mi rodilla literalmente lijada por el cemento de Lugano, la satisfacción y la emoción que te puede ofrecer esa décima de segundo en la que llegas al vert y sientes que sólo la velocidad te tiene amarrado a la pared y que cualquier error echaría por tierra todos los planes que ya tienes para la próxima curva, la que vas a hacer cuando pases la transición, recuperes tu verticalidad durante un segundo, el tiempo justo para relajar tus piernas, tomar la nueva transición, esta vez en sentido ascendente, tensar de nuevo los músculos para subir por la pared y .....
2 comentarios
Ivan, Skateando -
Tambien yo he visto esas fotos y me muero de ganas por surfear pero lo mas parecido al mar que tengo ahora es el Naviglio (el canal). En cuanto acabe de currar me voy a patinar, aunque hace un frio de cojones. Ya nos vemos pronto.
Resiste que seguro que entras antes que yo.
Iñaki -
un Abrazo