EL METRO BALDERAS
Una de las cosas que más me gustaba hacer cuando estaba en la Ciudad de México, a medio camino entre la Costa del Golfo y aquella Pacífica y tan lejos de las dos, era vagar por el Centro Histórico, visitando los mercados y parando en las cantinas. Me gustaba sentarme en las coloridas tabernas, pedir una chela o un tequila y escuchar las conversaciones de los demás clientes. Por aquellas cantinas pasaban personas de todo tipo, prostitutas, chulos, indios perdidos en la ciudad, niños abandonados a su suerte, jóvenes delincuentes tan orgullosos de sus "hierros" que nada hacían por ocultar las cachas de madera, plástico o nacar, asomando por encima del cinturón. Pequeños traficantes, mariachis hartos de esperar clientes en la plaza Garibaldi, borrachos y borrachas. Desesperados enfundados en trajes demasiado grandes y demasiado gastados y tipos extraños y silenciosos como yo. Me sentaba y escuchaba historias, cotilleos y noticias de actualidad pasadas por ese tamiz popular que las desvirtua hasta convertirlas en caricaturas. Mientras tanto saboreaba mi tequilita o mi chelita pasando totalmente desapercibido.
Durante algún tiempo viví en una habitación prestada por unos amigos en la calle Amores, Colonia del Valle, número setecientosynomeacuerdo. Tenía tento tiempo libre que gustaba de frecuentar la Universidad, asistí a un curso entero dedicado al Cuento Latinoamericano oficiado por un profesor cubano llamado Iván. Un buen tipo con mucho que contar, exiliado, de joven había participado en la Batalla de Santa Clara junto al Che y por extrañas razones de la vida había acabado en el exilio.
De vez en cuando salía por la noche, quizá el momento en el que más seguro me encontraba. Me gustaba ir a un antro en el centro llamado Lulú y a La Perla, una vieja sala de fiestas frecuentada por jóvenes amantes de la cerveza, la mota y la buena música. Por aquel entonces salía y entraba con cierta frecuencia del Distrito Federal, estaba esperando por un trabajo en una televisión y me veía obligado a viajar entre Puerto Escondido y la capital. En aquellas cantina se escuchaba música, a veces gracias al mesero y a veces gracias a una monedita que caía en el juke-box. Siempre me ha gustado estas máquinas, con sus colores, sus disquitos de vinilo y sus extraños mecanismos. En México había muchos y en ellos sonaban viejas canciones de José Alfredo, Julio Iglesias, Chavela Vargas; corridos norteños y rolas de grupos de rock locales como Café Tacuba o el mítico Tri. El Tri, uno de los rockeros más salvajes y carismáticos del D.F. No es que me gusten todas sus canciones, pero una en particular me pone los pelos de punta. Se llama Metro Balderas. Si tienes la oportunidad escúchala y después coge un avión y date una vuelta por la Ciudad de México.
Durante algún tiempo viví en una habitación prestada por unos amigos en la calle Amores, Colonia del Valle, número setecientosynomeacuerdo. Tenía tento tiempo libre que gustaba de frecuentar la Universidad, asistí a un curso entero dedicado al Cuento Latinoamericano oficiado por un profesor cubano llamado Iván. Un buen tipo con mucho que contar, exiliado, de joven había participado en la Batalla de Santa Clara junto al Che y por extrañas razones de la vida había acabado en el exilio.
De vez en cuando salía por la noche, quizá el momento en el que más seguro me encontraba. Me gustaba ir a un antro en el centro llamado Lulú y a La Perla, una vieja sala de fiestas frecuentada por jóvenes amantes de la cerveza, la mota y la buena música. Por aquel entonces salía y entraba con cierta frecuencia del Distrito Federal, estaba esperando por un trabajo en una televisión y me veía obligado a viajar entre Puerto Escondido y la capital. En aquellas cantina se escuchaba música, a veces gracias al mesero y a veces gracias a una monedita que caía en el juke-box. Siempre me ha gustado estas máquinas, con sus colores, sus disquitos de vinilo y sus extraños mecanismos. En México había muchos y en ellos sonaban viejas canciones de José Alfredo, Julio Iglesias, Chavela Vargas; corridos norteños y rolas de grupos de rock locales como Café Tacuba o el mítico Tri. El Tri, uno de los rockeros más salvajes y carismáticos del D.F. No es que me gusten todas sus canciones, pero una en particular me pone los pelos de punta. Se llama Metro Balderas. Si tienes la oportunidad escúchala y después coge un avión y date una vuelta por la Ciudad de México.
(La foto es un perspectiva aérea de parte de la Ciudad de México)
2 comentarios
Ivan, Skateando -
CESAR -